Eli y el animalito enfurecido

A partir de hoy es más complicado conversar en internet porque entra en vigor la Ley Mordaza del PP. Pero antes de eso, también lo era.

Menos, pero lo era.

Para ilustrarlo, en este apunte de blog publico un cuento que terminé de escribir el 1 de mayo de 2014, unos días antes de declarar como imputados por la querella de un troll. Finalmente lo consiguió.

Ahora quizás debo explicar cómo lo consiguió. Para conseguirlo, hace falta explicar lo que es un troll:

«En el inglés moderno, el verbo troll —denominada pesca al curricán en español— es una técnica de pesca que consiste en arrastrar lentamente un señuelo o un anzuelo con cebo desde un bote en movimiento» –Wikipedia

Diciendo que lo consiguió, me refiero a que durante años estuvo lanzando señuelos para provocar reacciones. Cuando las tuvo, se querelló porque le salía barato: es abogado.

Señuelo: «cosa que sirve para atraer, persuadir o inducir, con alguna falacia» –DRAE

Llamadme vehemente, pero para mi fue una sorpresa (ya superada) que la justicia pierda tiempo con personas que inducen reacciones con falacias, y que luego usarán las reacciones para imputar a sus víctimas.

En nuestro caso, la condición de abogado le confiere el nivel ninja como troll. Se lo permite el sistema judicial español desde mucho antes del 1 de julio de 2015. A partir de hoy, con la Ley Mordaza del PP, la situación todavía es peor. Para todos; con o sin troll acechando.

Si en Menéame y meneantes soportamos el trolleo del abogatroll (y no sale barato) es para ilustrar el nivel de indefensión que padece nuestra sociedad ante las prácticas de un troll con todas las letras. En el 2015 deberían ser muy conocidas y no tendrían que prosperar, pero sucede.

Si hoy publico el cuento es porque nuestro abogatroll se siente poderoso; le admitieron un recurso de apelación (sobreseimiento en septiembre de 2014). Eso le ha puesto eufórico, y en este momento está amenazando a docenas de personas que también avisaron de la presencia de un troll en la red. El cuento les puede servir para situarse.

Publico el cuento sabiendo que la máxima es «no alimentes el troll», y que publicando lo alimento. Pero es fútil; el abogatroll no se alimenta con nosotros desde hace tiempo: ya le alimenta la justicia. Creo que son dos las querellas por las que logró imputarme como administrador de Menéame. Quizás son tres. Ya perdí la cuenta –¿Dónde está la cola para ser un refugiado? Recuerdo que en una de las querellas pidió que no podamos salir del país; hasta aquí llegan los delirios.

Finalmente, lo publico porque precisamente hoy me escribió otro afectado por sus amenazas. Y me pareció muy grave lo que sucede. Y me di cuenta que, tras tantas imputaciones del abogatroll, demasiadas personas perdieron de vista dónde empezó todo. Entonces recordé que para escribir el cuento hice minería para encontrar todos sus señuelos, unos que ya nadie recuerda; son indispensables para localizar la diferencia entre el troll y los amenazados por él. Para que no se cumpla, otra vez, ese maldito aforismo atribuido a Kant:

«Nunca discutas con un idiota. La gente podría no notar la diferencia» —Wikiquote

Eli y el animalito enfurecido

Había una vez una elefanta que se llamaba Eli. Amaba la selva como un friki ama su disfraz de Star Wars, un hipster su Moleskine y un activista su flauta.

En la selva vivían animales para todos los gustos: simpáticos, ruidosos, silenciosos, vistosos, trabajadores, llamativos, cuidadores, frágiles, rápidos, listos, torpes, oportunistas, voluntariosos, mansos, antipáticos… y agresivos. Entre éstos últimos destacaba el animalito enfurecido. Cada vez que oía, veía u olía la palabra ‘copyleft’, se transformaba en una criatura feroz: gruñía, enseñaba los dientes y perseguía a quien se lo dijese.

Un día la Ardilla Elástica visitó a Eli.

– ¡Hola Nacho! ¿Qué te trae por aquí?
– Vengo a decirte que tengas cuidado con el animalito enfurecido.
– Bueno, ya sabes que algunos animales son antipáticos. Él, con esa sonrisa grotesca…
– No es eso, Eli. Ese animalito enfurecido no es uno más. Tengo miedo.
– ¿A qué?
– Ayer se presentó a las jornadas Copyfight para armar follón. Tuve un encontronazo con él y fue muy desagradable. Estaba David, el Suricata. Tememos que ahora le sume a su manía persecutoria.
– Claro, dijisteis ‘copyleft’. ¡Puede oír esa palabra a kilómetros de distancia!
– Y persigue cualquiera que la mencione. Pero eso no es todo. Vengo a decirte que tengas cuidado con su trampa.
– ¿Su trompa? Ese animalito enfurecido no tiene trompa…
– TrAmpa, ¡con A! ¿Que le sucedió a ese mítico oído de elefante?

Eli soltó un tremendo barrito. La ardilla continuó tras destaparse los oídos:

– Tu voz sigue bien, veo.
– Disculpa, los elefantes no soportamos la palabra trampa: ¡No podemos saltar!
– Pues el animalito enfurecido se está columpiando en tu trompa.

La ardilla volvió a taparse los oídos esperando otro grito, pero esta vez no sucedió nada.

– Cuenta, Nacho.
– Lo hace en tu casa, se aprovecha de que os gusta el copyleft y vives en un lugar céntrico de la selva ¿Adivinas quien es ese desconocido con humos que reta a David?
– ¿El animalito enfurecido?
– Bingo. Lo de la persecución al Suricata que me temía, aquí la tienes. Sólo un día después. La trampa consiste en un nuevo género propagandístico: se insulta a sí mismo para conseguir más repercusión sobre lo que escribe.
– El reto de “un tipo con humos”. Vaya campeón.
– Le va la marcha. Mira su historial.
– ¿Contra la Wikipedia también?
– Claro, es una enciclopedia copyleft. Creó un usuario y simuló ser un editor para meterse con otros editores. La fiesta le duró hasta que le echaron.
– Te debo una. Muchas gracias, Ardilla.
– Suerte, Eli. Y ten cuidado: No te diría nada si sólo fuese una cuestión de diferencia de ideas, porque hace que me sienta amenazado.

Eli buscó en los armarios, los cajones y la despensa. Encontró evidencias de cómo el animalito enfurecido intentaba engañarlos a todos disfrazándose de otros animales, cambiando su voz, tiñéndose las patas de color naranja.

Era rigurosamente cierto lo que le contó la Ardilla: estuvo en las jornadas Copyfight y se mofaba de ellos. Luego hacía publicidad de su historia descalificándose a sí misma para llamar la atención: “Reportaje absolutamente malintencionado”. Publicaba sus historias haciéndose pasar por alguien afín al copyleft; era un anzuelo que le servía para perseguirles y humillarlos si entraban al trapo.

Su persecución a la Ardilla Elástica era sistemática y cansina.

Cuenta que le expulsaron de las conferencias Copyfight.

Pedía ser valientes, identificar y destruir al enemigo.

Provocaba a los administradores del lugar, que intentaban detenerle aplicando las normas: no están admitidas las personalidades múltiples para armar follón (1, 2).

Insistía en sus teorías contra la Wikipedia.

Les llamaba trolls.

Se burlaba de las normas del lugar cuando le descubrían alguna trampa.

Todavía tendrían que soportarle un poco de tiempo, pero ahora los animales estaban prevenidos y poco a poco identificaron todas sus trampas y persecuciones..

Y tras el invierno llegó la primavera y junto a ella apareció el blog del Oso Greg. El animalito enfurecido había conseguido cansarle, así que escribió sobre él: sus trampas, disfraces, manías persecutorias. El Monete Jotapé, que lo vió, publicó un enlace al blog sin mencionar a nadie, porque los monos no pierden el tiempo en detalles.

Greg había dedicado un capítulo al animalito enfurecido y, tan enfurecido como siempre, no tardó en aparecer. Llegó insultando al Oso. Bueno, no exactamente. Esta vez simuló dislexia –era una especialista simulando cosas. Le llamó ‘cucachara’, cosa que dio lugar a una discusión sobre él, sobre porqué Greg le señalaba como un animalito enfurecido tramposo y molesto.

El animalito enfurecido se defendía:

– A lo mejor he abierto varias [identidades] porque se las han ido CANCELANDO una por una.

Y a continuación se mofaba de quienes le publicaron una noticia favorable al ‘copyleft’ que había enviado bajo una de sus identidades:

– ¡La noticia era ridícula e inventada! Seguid así de bien informados.

Al mismo tiemo, él mismo se autodenominaba troll y enlazaba sus vídeos en YouTube.

Decía que el Oso Greg y todos los demás son los auténticos animalitos enfurecidos. El Lince DZ se unió a la conversación en defensa de su amigo el Monete, y le pidió que no continuase.

Lo importante era que cada vez estaba mejor identificado y casi nadie le tomaba en serio. El lugar de Greg en sucesivo sirvió para recordarle lo que no hay que hacer en la selva, y el animalito enfurecido contestaba «búscate una novia»  o usaba la etiqueta «troll» en sus envíos (1, 2).

Ya no caían en sus trampas.

Dejaron de seguir su juego, y se fue.

Nadie le buscó.

La selva respiró aliviada.

Pasaron siete veranos, siete inviernos.

Y en la séptima primavera volvió.

Esta vez se presentó como abogado. Dijo que pondría una querella contra la Elefanta Eli y todo lo que le rodeaba si no retiraba el enlace del Monete –el mismo enlace que acababa de cumplir 7 años. Después de quitarlo, todos tendrían que pedir disculpas en público.

Hacía todo eso porque se sentía perjudicado por una conspiración contra él. Si no obedecían, acabarían querellados y sentados en el banquillo.

La Elefanta Eli se negó: enlazar lo que dijo el Oso Greg no era punible, que a su vez argumentó que identificar animales conflictivos no era delito. Formaba parte de la libertad de expresión de ambos. Incluso del deber de protección que sentían hacia el resto de animales de la selva. El Monete y el Lince DZ tampoco quisieron rectificar nada. Algunos publicaron su negativa para que los demás supiesen que avisar de la presencia de animales enfurecidos no era delito en aquella selva ni debería serlo en ninguna. Que hacía falta defender la libertad de expresión; de defensa legítima. Muchos se unieron al aviso, por solidaridad, y la selva se llenó de cartas del animalito enfurecido anunciando querellas, de visitas a los juzgados para responder a conciliaciones.

El animalito enfurecido no descansaba: En el juzgado rechazaron su petición de querella. Rechazaron su denuncia ante la Agencia de Protección de Datos. Perdió un juicio de rectificación de otro enlace, esta vez hacia un blog que a su vez enlazaba el blog de Greg. El contenido tras el enlace no era responsabilidad de Eli, que ganó en el tribunal barcelonés. Pero al animalito enfurecido perder le daba igual, porque conseguía lo que siempre buscó: Molestar a los que amaban el copyleft:

“Menéame” ha pagado las suyas [costas] (abogado y procurador, pero también notario y avión) y yo las mías; es decir nada, puesto que me representaba a mí mismo, por lo que sólo consumí unas horas de mi tiempo, que considero bien invertidas. Por añadidura, tuve la impagable satisfacción moral de arrancar a estos déspotas de internet, elemento en el que se sienten cómodos y poderosos, y traerlos por las narices al mío, el de la Justicia, donde son forasteros y peleles.

Perder un juicio no era motivo para dejar de acosar en los tribunales:

He hecho votos de que perseguiré legalmente a esta ralea con todas las acciones que el Derecho me permita, hasta que aborrezcan mi nombre.

Y colorín colorado, este cuento no ha terminado: Hemos recibido otra citación que tendremos que atender a lo largo del mes de mayo de 2014 en Barcelona. Esta vez pide una pasta gansa a Menéame y prisión preventiva para Benjamí –entre otros.

Ver nuestros nombres como imputados por una querella hace necesario que expliquemos por qué ha sucedido.

Su manía persecutoria salió de la red para trasladarla a otro lugar, la justicia, que proclama como su terreno y al que nos trae “por las narices”.

La Ardilla Elástica acertó:

No te diría nada si sólo fuese una cuestión de diferencia de ideas. Hace que me sienta amenazado.

La semana pasada escribimos a Nacho para recordarle la conversación del 2006. Le pusimos al día sobre nuestra situación siete años después y le pedimos permiso para mencionarle a lo largo de la historia que ahora tienes delante. Fue inquietantemente claro:

Por mi parte, no tengo problema en que uséis mi nombre en la historia y contéis que contra mí también se ha querellado. Más que la querella, de verdad temo que el tipo acabe liándose a [omitido]. En uno de sus blogs, se grabó en vídeo dando puñetazos a un saco de boxeo que decía que era “muy elástico” (como nuestro blog de entonces, elastico.net). De verdad que acojonaba.

En Menéame seguiremos adelante con la defensa de la libertad de expresión para prevenir la comunidad de cualquier práctica persecutoria por motivos ideológicos. Aunque nos cueste dinero y signifique sentirnos amenazados, junto a Nacho, y muchos más que ya revelarán su nombre si les parece oportuno.

Mallorca, 1 de mayo de 2014.

Pues eso, colorín colorado el día del señor de la Ley Mordaza del PP: 1 de julio de 2015.


Imagen: Wikimedia.

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